Pero como se costumbre, sólo parcialmente.
No sé subir todo el artículo.
A lo mejor no se puede. por el "peso" de las imágenes . . .
Ofrezco la dirección del blog: edmundozanini-gomas.blogspot.com
Aquí va el adelanto. De todos modos
Gomas . . . Parte 1
Edmundo Mario ZANINI
Los filatelistas, como muchos otros seres humanos –e infinidad de “bichitos” que van por el mundo-, tenemos, a veces, cierta debilidad por las gomas . . . (“¡Ehhh! . . . ¡¡¡Ehhh!!!!” –escucho al censor de turno- “¡¿Qué está pasando aquí?!”)
“Nada, nada, . . . La cuestión del engomado de las estampillas, señor” – le respondo – (nunca se sabe . . . ). Y ahí nomás entramos en tema.
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Desde los lejanos días de 1840 en que el mayor imperio moderno debutó con el primer sello postal adhesivo, la goma o el engomado de “las estampillas” inauguró una problemática fácilmente manejada durante las largas décadas en las que sólo se coleccionaron sellos usados (es decir, matasellados).
Si alguien decidía conservar sellos sin uso, muy a menudo los lavaba. Es decir, la sustancia adhesiva era retirada simplemente con agua. Así encontramos hoy sellos antiguos sin siquiera restos de goma.
Pero la moda, . . . , algún espíritu exquisito, la picardía de algunos comerciantes, . . . : hoy, casi exclusivamente coleccionamos sellos “mint”, o sea, con todo lo que tuvo en origen, como al salir del correo.
Y la goma comenzó a hacer estragos: a pegarse en álbumes, clasificadores, sobres, . . . Cuando no en los propios dedos del coleccionista (¡Grande la pinza filatélica!). O a oxidarse. A requerir una alternativa de soporte diferente a la bisagra o charnela.
Y por aquí apareció una nueva fiebre que no es la de guardar papelitos y cuidarles el dentado (lo que pone locos a muchos, particularmente a muchas esposas amantes): hay que resguardar el reverso tanto como el frente (viejo desafío de la virginidad).
Y conocer sobre el engomado, porque no son todos iguales. Y algunos dan trabajo especial. De allí la goma tropical, que casi no absorbe la humedad ambiente.
Así llegamos (con algunos rodeos, sin duda) al meollo de este comentario.
En las emisiones argentinas modernas, muy particularmente en las de la década del sesenta, del setenta y hasta mediados del ochenta, se han usado variedad de engomados. Pero a no confundir. Ésta no es la causa de sorpresas en muchas emisiones de la época.
A pesar de que alguna catalogación ha facilitado la confusión: cuando aparece por allí “goma blanca” - “goma amarilla”, no se trata realmente de diferentes engomados sobre idéntico papel, sino de papeles diferentes, a veces no sólo en el reverso.
Es decir, debiéramos decir, “reverso blanco” y “reverso amarillento”. Lo que se hace fuertemente manifiesto cuando uno expone el sello a rayos ultravioletas (UV). Con ellos, el blanco se ve con una tonalidad casi azul violácea. Mientras que el reverso amarillento generalmente permanece con una tonalidad grisáceo amarronada. Hace ya muchos años hemos propuesto una nomenclatura que respeta la tradición de la química: así como para la fosforescencia adoptamos la P, para la fluorescencia aceptamos la F. No se nos ocurrió nada mejor que dejar la N para representar la ausencia de cualquier propiedad frente a la luz.
Y tanto el blanco como el amarillento pueden tener gradaciones, pero no a lugar a confusiones.
Cordialmente

Edmundo